Existen muchos ejemplos en la Biblia tales como Moisés, Isaías, Jeremías, Jesús, los 12, los 120, etc. Cada uno de ellos tuvo un encuentro con Dios, el cual no consistió sólo en un quebrantamiento emocional sino en una renovación de la visión de estos hombres de Dios. Cuando Moisés se acercó a la zarza ardiendo y en actitud de adoración se quitó las sandalias de sus pies, Dios le mostró la necesidad del pueblo de Israel cautivo en Egipto (símbolo del pecado). Cuando Isaías tiene la visión de Dios siendo adorado y reconocido como el verdadero rey, escucha la pregunta del Señor ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros? Cuando los once y el resto de los discípulos se encontraron con Jesús en Galilea, antes que subiera a los cielos, dice la Biblia que postrados lo adoraron e inmediatamente Jesús les transmite la ya conocida “Gran Comisión”. Creo firmemente que aquel que “adora” a Dios pero no siente carga por los perdidos, realmente no ha llegado a adorar a Dios, por lo menos desde la perspectiva bíblica. Necesitamos urgentemente un encuentro con Dios que nos llene de pasión por aquellos que están en Su corazón.
Muchos esgrimen diversos argumentos por los que no comparten el evangelio o por las que la mayoría de cristianos no ha tenido la hermosa experiencia de llevar una persona a los pies de Cristo; pero son argumentos y no razones válidas:
- No tengo tiempo. Tal vez lo más correcto sería no he separado un tiempo, porque Eclesiastés 3:1 dice que “Todo tiene su tiempo y todo lo que se QUIERE debajo del sol tiene su hora” Tenemos tiempo para mirar televisión, practicar deporte, chatear con los amigos, pasear con la familia, etc. Y no es que estas cosas estén mal, lo que está mal es que no le demos la importancia a la evangelización y nunca la pongamos en agenda. Por otro lado la verdad es que NO es necesario separar un tiempo para hacerlo, sino que debe ser parte de nuestro diario vivir; es decir, que mientras realizo cada una de mis actividades, debo estar compartiendo el evangelio de salvación.
- No estoy preparado. La mujer samaritana no tenía ni un día de convertida y organizó una tremenda campaña evangelística junto al Pozo de Jacob, nada menos que con el mejor evangelista de todos los tiempos: Jesús de Nazareth, y casi todo su pueblo creyó en Él. El ex endemoniado gadareno, con horas de convertido y liberado fue y contó en todo su pueblo lo que Dios había hecho con él. No necesitas tener estudios teológicos formales o un Diploma en Teología para abrir tu boca y contar lo que Dios hizo contigo y compartir que eso mismo Él lo puede hacer por todos.
- Tengo temor o vergüenza si es que me rechazan. Pablo dice muy claramente en Romanos 1:16: “Porque no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para todo aquel que cree” De la misma palabra que aquí se traduce como “poder” deriva la palabra “dinamita”. Pablo no se avergonzaba porque tenía un mensaje capaz de remover y transformarlo todo, un mensaje difícil de ser resistido, un mensaje que hará lo que Dios quiera a su debido tiempo. Debemos tener la confianza que la Palabra de Dios es muy poderosa, eficaz y más cortante que toda espada de 2 filos; esto debiera quitar el temor y la vergüenza de nuestro corazón, porque no estamos dando “gato por liebre”, estamos compartiendo la verdad más poderosa que existe. Pero adicionalmente, si alguien decidiera rechazar el evangelio, recuerda que no te están rechazando a ti y Dios en su momento tratará con esa persona, además si a Jesús, la encarnación misma del evangelio, le rechazaron su mensaje, (Judas, el joven rico, Pilatos, etc), ¿quiénes somos nosotros para que alguien nos diga que no? Somos mejores que Jesús que queremos que todo el mundo acepte lo que decimos. ¿Y cómo saber quien nos rechazará y quien no para seleccionar sólo a los que nos acepten el evangelio? O ¿Por causa de los que nos rechacen otros perderán la bendición de oír este bendito evangelio? Hagamos como Pablo y sin temor ni vergüenza compartamos “a tiempo y fuera de tiempo"
- La verdad es que no estoy bien espiritualmente y no quiero ser hipócrita. La Biblia nos dice que debemos ser “santos en toda nuestra manera de vivir”; es decir, no debemos usar el pretexto de no estar bien sólo para no hablar del evangelio, tampoco deberíamos pedirle nada a Dios, ni ir a la iglesia, ni recibir ninguna de sus bendiciones. Ahora esto no debe ser una excusa para vivir mal y seguir como si nada, sino que debe ser un desafío en nuestra vida. Si sé que mi responsabilidad como cristiano es compartir el evangelio y existen cosas que no estoy haciendo bien, pues las corrijo y comparto el evangelio. No debe ser normal en un cristiano no disfrutar de los planes de Dios para nuestras vidas, simplemente porque tengo algo que todavía no he arreglado. Cuando Pablo habla de la Santa Cena dice que cada uno se debe probar a si mismo y luego Participar. En ese sentido, probarse significa revisar en que estoy mal, arrepentirme y luego disfrutar de lo que Dios tiene para mí, obviamente incluimos en esto la evangelización.
En resumen no existe razón válida para no transmitir a otros el mensaje del Evangelio, es nuestro privilegio y también nuestra responsabilidad delante de Dios y de los hombres. Si Dios nos pide (o demanda) algo es porque podemos y debemos hacerlo. La Biblia dice que “cuando este evangelio sea predicado en todo el mundo, entonces vendrá el fin” Está en nuestras manos, o tal vez mejor dicho en nuestras bocas, el ver a nuestro Señor venir en el aire con todo su Poder y Gloria. La mejor forma de decir “Ven Señor Jesús” es compartiendo su Palabra por todo el mundo. ¡No dejes que nada te lo impida!